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Categoría: Educación

Chile, la pandemia de la investigación y las abejas.

La actual situación mundial de crisis frente a la pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto las carencias de los diferentes países al momento de enfrentar esta situación. En el caso de Chile, carencia de herramientas legales, falta de decisión en el poder ejecutivo, ausencia de científicos en equipos de trabajo, débiles infraestructuras hospitalarias, por nombrar algunas.

La emergencia ha puesto a equipos de científicos de todo el mundo a trabajar en una vacuna, en estamentos públicos y privados. Si hay algo común entre quienes lideran estas investigaciones es que son, mayoritariamente, equipos en países que invierten consistentemente en innovación, investigación y desarrollo. Más de 30 tratamientos distintos que incluyen fármacos, una veintena de vacunas en vías de investigación y 82 ensayos clínicos están en marcha, son los datos que entrega la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas.

Según datos de OCDE, Chile es uno de los que menos invierte en Investigación y Desarrollo (I+D) con sólo un 0,36%, una cifra preocupante considerando que Israel aporta un 4,2%, apostando a ser el centro tecnológico del mundo. Esto en la realidad significa que en Chile no hay dinero para mantener a los científicos, ni formarlos, ni proveerles los medios necesarios para desarrollar avances como una vacuna, como algo más que una piedra con cobre mal pagada en el extranjero. La ciencia en Chile vive de concursos anuales que financian proyectos de pequeña escala, sin mucho para masificar sus resultados ni integrarlo a sectores productivos. Los fondos de un concurso pueden ir, por ejemplo, entre 200.000 dólares a un millón. No tenemos en Chile una industria de la filantropía y es lógico. La mayoría de los súper ricos no viven en nuestro territorio y las mentes más brillantes son importadas por grandes potencias. Por otra lado, esto no menoscaba a nuestra comunidad científica. Todo lo contrario, lo que se hace en Chile es con demasiado esfuerzo, luchando contra los intereses e incentivos puestos en cualquier lado, menos en generar la base del conocimiento que nos daría el desarrollo como país. Esto implica que hoy la supervivencia a una epidemia peligrosa depende del resto del mundo.

El impacto que la pandemia del COVID-19 tendrá en Chile está por verse, pero desde ya se pueden sacar algunas conclusiones. Por ejemplo, el desafío de este y otros problemas que enfrentamos como humanidad, como el cambio global y la crisis de las abejas, plantean la necesidad de preguntarnos por qué como país no hemos definido nuevas políticas públicas y prioridades que, por un lado, incrementen la inversión del país en I+D+i, así como involucren y financien a equipos multidisciplinarios para multiplicar los enfoques técnicos y enfrentar correctamente estas situaciones. Además, esto ayudaría a enriquecer, en múltiples formas, al país. ¿Acaso debe, como todo cambio estructural del último tiempo, hacerse desde el clamor ciudadano? Creemos que debemos unirnos y exigir nuestra subsistencia y desarrollo a largo plazo. El camino es invertir hoy en conocimiento.

Como Fundación Abejas de Chile hemos sido fundados y operamos con el patrimonio de nuestro equipo. Sabemos que nuestro trabajo como consultores no es el corazón de nuestro esfuerzo por cuidar las abejas nativas y que los fondos públicos y la filantropía no son una opción al corto plazo. Es por eso que generamos conciencia y pedimos el apoyo de las personas que comparten nuestro interés. Hoy se nos ocurrió pedirte que adoptes una abejorro con una estrategia especial: estás en cuarentena, dejaste de salir. ¿Qué tal si le regalas dos viajes de tu BIP que hoy descansa? O dos pasajes en tu micro preferida entre Villa Alemana y Valparaíso, o un recorrido de ida y vuelta por Talca. O un pasaje interurbano por el sur. Desde $1.000 nos puedes ayudar. Estamos trabajando desde nuestras casas en preparar actividades de muy corto plazo, tenemos que seguir moviéndonos. No por nosotros, sino por las abejas. Te invitamos a reflexionar sobre nuestra voz pública en pedir cambios sociales así como a colaborar. Desde casa, con un aporte simbólico.

¿Qué plantar para las abejas nativas?

Cadeguala-albopilosa

Al ojo común no es tan obvia la relación, pero existe una sincronía fundamental entre la flora nativa y las abejas silvestres. Han pasado miles de años forjando esta relación de dependencia, en la cual han evolucionado para aprovecharse mutuamente. Las abejas se alimentan de la flora y estas últimas aprovechan del servicio de polinización de las abejas para la producción de semillas y frutos que, dado el vínculo con toda la cadena de seres vivos de un lugar, también son aprovechados como alimento.
La flora nativa se denomina así al estar presente de manera natural en un lugar. Es decir, lo nativo variará de acuerdo a la región geográfica en la que nos ubiquemos. Por esta misma razón, la flora nativa ha evolucionado y se ha vuelto más resistente a plagas, tipo de suelo, a los intensos eventos atmosféricos y, si está en el lugar adecuado, necesitará de poca atención para su cuidado.
Además de estas provechosas características, la flora nativa entrega más beneficios para los humanos, como la regulación térmica, algo muy importante con el aumento en la frecuencia e intensidad de las olas de calor por cambio climático, y agravada por las “islas de calor” generadas por el hormigón (caminos, carreteras, edificios, explanadas). También reduce la erosión en zonas de pendiente, ya que fija y enriquece el suelo. Son casi incuantificables los beneficios.

La muy aromática menta de árbol (Satureja gilliesii)

Algunos ejemplos de plantas nativas, para la ciudad de Santiago y alrededores, considerando jardín, azoteas y plazas:

  • Brea (Tessaria absinthioides).
    – Chilco (Fuchsia magellanica) arbusto.
    – Arvejilla (Vicia magnifolia), trepadora semisombra.
    – Menta de árbol (Satureja gilliesii), arbusto de zonas soleadas.
  • Malva del Cerro (Sphaeralcea obtusiloba) suelos degradados y soleados.
    Stachys sp.
    – Coralillo (Lycium chilense), arbusto de zonas soleadas.
  • Chupalla (Eryngium paniculatum) bandejones y perímetros.
    – Ortigas nativas (Loasa tricolor, Loasa placei, Loasa triloba) ubicadas idealmente al costado de muros o zonas poco transitadas. Son fundamentales para muchas especies, por ejemplo, para abejas del género Caupolicana, siendo su fuente principal de recursos.
    – Culén (Psoralea glandulosa), arbolito. Muy fácil de propagar.
    – Calceolaria o capachitos (Calceolaria sp) herbáceas/subarbustos con varias especies, fundamentales para las abejas aceiteras, como las del género Chalepogenus o Centris.
    Baccharis, género con varias especies, muy importantes para el forraje, tanto para inicios como finales de temporada.
Abeja nativa de Chile, del grupo de “abejas aceiteras”, Chalepogenus caeruleus (Apidae) forrajeando una flor de Calceolaria sp. Descansan, entre labores, dentro de la mismas flores, conocidas comúnmente como capachitos.
Capachito blanco (Calceolaria nitida)

Especies de mayor tamaño pueden ser:
– Mayú (Sophora macrocarpa). Arbolito, semisombra.
– Ñipa (Escallonia rubra). Arbusto, sol, riego moderado.
– Huañil (Proustia ilicifolia). Arbusto, zonas soleadas.
– Pucana (Proustia cuneifolia). Arbusto, zonas soleadas.
– Mitique (Podanthus mitique). Arbusto, semisombra.
– Adesmia, Espinillo (Adesmia confusa).
En general, se necesitan especies perennes (que no botan hojas) para ayudar disipar el ruido, absorber y fijar en parte la polución y ayudar a refrescar, sobre todo en la enorme e influyente “isla de calor” de Santiago:
– Maitén (Maytenus boaria).
– Quillay (Quillaja saponaria).
– Peumo (Cryptocarya alba).
– Belloto del Norte (Beilschmiedia miersii).
– Bollen (Kageneckia oblonga).
– Naranjillo (Citronella mucronata).
– Corontillo (Escallonia pulverulenta).
– Boldo (Peumus boldus).
– Patagua (Crinodendron patagua).
– Culén (Otholobium glandulosum).
– Molle (Schinus latifolius).

  • Tara (Caesalpinia spinosa)
    – Algarrobo (Prosopis chilensis).
    En ciertos lugares, en el perímetro idealmente, los chaguales o puyas (Puya sp), alternando con cactus (Echinopsis sp o Eriosyce sp), algarrobos (Prosopis chilensis) o taras (Caesalpina spinosa), todos de bajo requerimiento hídrico.
    Para los deslindes se pueden utilizar cercos vivos con los cruceros (Colletia hystrix y Colletia ulicina). Estos son muy importantes para diversas abejas nativas, muy aromáticos y espinosos.
    En la orilla de la casa, escalones, se puede utilizar menta de árbol (Satureja gilliesii) y Coralillo (Lycium chilense) y una serie de herbáceas nativas como alstroemerias (Alstroemeria sp), añañucas (Phycella sp, Rodophiala sp).
Un macho, abeja Chilena haciendo lo suyo sobre Pteromonnina pterocarpa.

Nidos
A nivel general, la mayoría de las abejas nativas son solitarias y utilizan diversos sustratos para hacer sus nidos, principalmente en el suelo (arenoso o arcilloso), al menos un metro de profundidad, también en tallos (de la Puya, por ejemplo) o ramas y troncos en galerías abandonadas de coleópteros. Por ende, dejar sustratos y estos espacios intocables, es muy importante.

Apartado: Aguas Grises
Para maximizar nuestro impacto positivo en el día a día, regar con aguas grises (ducha, lavadora,) junto con la utilización de las azoteas con espacios y sistemas de fijación, para ir abonando con tierra de compost (compostaje de desechos orgánicos como cáscaras, hojas, generados por los habitantes del edificio) y así tener un excelente sustrato (tierra) para plantar flora nativa junto a huertos para autoconsumo.